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El turismo sanitario, la horma de nuestro zapato
Cuando hablamos de turismo sanitario lo primero que nos viene a la cabeza es el “guiri – gamba” tumbado bajo el sol de Benidorm que aprovecha sus vacaciones para realizarse algún tratamiento médico haciendo uso de nuestra sanidad pública y detrayendo nuestros recursos.
Esta mala prensa está llegando a su fin. Estamos ante un cambio de paradigma del turismo sanitario, que se está trasformando en una gran oportunidad para la economía turística española. Parte de este cambio se debe a la reciente entrada en vigor de la directiva europea relativa a la asistencia sanitaria transfronteriza que permite a los miembros de los países de la UE recibir asistencia sanitaria de carácter pública o privada en otro Estado miembro, adelantando el pago de los servicios que vayan a recibir y solicitando después el reembolso a su país.
Este negocio relativamente nuevo es la horma para nuestro zapato. España dispone de todos los ingredientes necesarios: un sistema sanitario de calidad, excelentes infraestructuras sanitarias y hoteleras, numerosos centros asociados al concepto saludable como son los balnearios o spas, una gran experiencia en gestión de flujos turísticos, una rica oferta cultural y por supuesto un clima más que benévolo
Sin embargo, otros países nos han tomado la delantera en la carrera por ocupar los primeros puestos en el ranking mundial pese a que nuestro país es uno de los indiscutibles líderes mundiales en turismo, y sanidad.
Según un informe elaborado por Deloitte en 2013, el volumen total de negocio registrado por los países receptores de turistas sanitarios superó los 5.600 millones de euros. El pastel se lo reparten casi a partes iguales Estados Unidos (40%) y Europa (un 42%). Los líderes europeos son Francia, República Checa y Turquía con una facturación anual cercana a los 270 millones de euros cada uno, mientras que España tan sólo alcanza unos 140 millones de euros anuales.
Y yo me pregunto: ¿por qué no estamos entre los mejores?
Creo que, en parte, hemos llegado tarde al pistoletazo de salida de la carrera con respecto a nuestros competidores. En España, las actuaciones de promoción y comercialización de la salud a nivel internacional tienen muy poco recorrido. Las plataformas de turismo de salud son, en general, iniciativas recientes, y están poco estructuradas.
Además, nos falta una estructuración del producto. El turismo de salud debe conceptuarse como un paquete turístico en el que se oferte toda la gama de servicios requeridos por el turista (tratamiento, hoteles, balnearios, coches de alquiler, líneas aéreas…).
Sin embargo, en los últimos meses estamos presenciando el lanzamiento de numerosas iniciativas como la creación de un clúster de turismo sanitario impulsado por la FNCP (Federación Nacional de Clínicas Privadas) con 40 asociaciones que ya trabajan en este tema desde distintas perspectivas. Este clúster pretende ser una de las palancas de lanzamiento del turismo sanitario y situar la facturación española en 500 millones de euros en 2015.
También se han lanzado iniciativas locales en principales zonas turísticas para promover redes de empresas que ofrezcan un abanico de servicios en esta nueva tendencia.
Otro empujón nace de varios hospitales privados que están siendo responsables de posicionar a su ciudad como referente de turismo sanitario y como complemento de los programas de ocio de la ciudad.
En mi opinión, el turismo de salud puede consolidarse como una verdadera oportunidad si se potencia la atención sanitaria privada como un nicho de riqueza y prestigio.
Para ello debemos aprovechar la creciente demanda y ordenar un producto que fusione sinergias entre salud y turismo para generar una industria turística que diversifique, complemente y ayude a contener la estacionalidad de la oferta turística más tradicional en España, y alcanzar así la cuota de mercado que nos corresponde.
Este negocio es uno de los pocos segmentos que le queda al sector turístico español por explorar y podría ser una palanca más para dinamizar la castigada economía española.
Las ideas y conclusiones que figuran en este blog transmiten la interpretación que su autor/a hace sobre asuntos de actualidad y no reflejan necesariamente las opiniones de Livingstone Partners. Son de interés general y no serán interpretadas como consejos de inversión.